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IoT – un nuevo concepto

Por: Rogério Loureiro, Manager – Digital

IoT es el término en boga en el área de TI.

He visto muchas publicaciones y noticias en varios medios que tratan de un asunto que, como tantas otras tendencias, se va haciendo cada vez más común en nuestras actividades cotidianas.

El término IoT se atribuye al investigador del MIT Kevin Ashton, quien concibió en 1999 un sistema en el que todas las “cosas” físicas estarían interconectadas por Internet a través de sensores electrónicos distribuidos en todos los lugares y que podrían interactuar entre sí y con las personas.

IoT no es una tecnología ni un conjunto de tecnologías. Tampoco se restringe al uso y la aplicación de RFID y/o sensores electrónicos de estado. IoT, de una manera mucho más amplia, es un concepto. Y, al contrario de lo que muchos creen –o divulgan–, no es un concepto totalmente nuevo. Es una evolución de conceptos que ya existían desde hace mucho tiempo en la producción industrial.

A finales de los años 70 y principios de los 80, las empresas fabricantes de circuitos integrados, encabezadas por las gigantes Intel, Motorola y Texas Instruments, seguidas por empresas menores, como Zilog, entre otras, invirtieron fuertemente en la fabricación a larga escala de microprocesadores que dieron vida a los ordenadores personales, en una era dominada por los mainframes que ya duraba más de 20 años. Eran circuitos integrados complejos, de gran densidad de componentes y funcionalidades, que podían sustituir la capacidad de procesamiento de grandes ordenadores en placas de circuito impreso que ocupaban solo algunos centímetros cuadrados. Entre los microprocesadores más utilizados entonces estaban la familia 8080 de Intel, la familia 6800 de Motorola, el Z80 de Zilog y el 6502 de MOS Technology. Empresas como IBM, Apple, Commodore y Tandy Corporation crearon sus ordenadores personales utilizando esos procesadores.

Los ordenadores se volvieron más accesibles en términos financieros, lo que permitió que la industria empezara a adoptarlos en la automatización de sus procesos de fabricación, empezando en las oficinas de ingeniería.

Con el crecimiento de la demanda de los microordenadores, los fabricantes, siempre atentos a las nuevas tendencias del mercado, crearon nuevos componentes que denominaron microcontroladores. Eran procesadores que ya incorporaban en su diseño original puertos electrónicos de uso genérico, como entradas y salidas digitales y analógicas e interfaces de serie, entre otros.

Luego aparecieron los PLCs (o CLPs – Controladores Lógicos Programables) que eran, conceptualmente, microordenadores diseñados para la automatización industrial.

Esos equipos sustituyeron posteriormente los antiguos tableros de control existentes en las líneas de producción de fábricas, dirigidos por un complejo circuito de relés, botones e interruptores interconectados, que permitían la “programación” de tareas mecánicas repetitivas, realizadas de manera manual, como encender o apagar una cinta transportadora o accionar una prensa de estampa a partir de un determinado estado del proceso.

La diseminación de los microcontroladores permitió que se crearan sistemas integrados, aportando capacidad de procesamiento de información a máquinas que anteriormente ejecutaban solo tareas mecánicas. Esa tecnología dio origen a la llamada integración M2M (máquina a máquina), a través de la cual diversos equipos, con diferentes funciones, en una línea de producción o dentro de un proceso industrial, se comunicaban entre sí para ejecutar procesos de manera ordenada y automatizada. Los microcontroladores pasaron por múltiples evoluciones/generaciones y hoy son utilizados ampliamente por la industria de la automatización.

Con el surgimiento y la difusión del uso de Internet, la aplicación del concepto industrial de M2M pudo vislumbrarse en el día a día de las personas, lo que nos remite a lo que Ashton denominó IoT – Internet of Things. Como se ve, IoT es un concepto remodelado de la realidad tecnológica y económica de los días actuales, donde máquinas comunes, como electrodomésticos, smartphones, televisores, coches, equipos industriales, equipos electrónicos, y otras “cosas”, estarán interconectadas a través de Internet y tendrán autonomía para “tomar decisiones” a partir de los datos extraídos del entorno físico por medio de sensores electrónicos, y podrán ejecutar funciones autónomas a través de dispositivos como micromotores, interruptores electrónicos o incluso robots.

El concepto de IoT junto con las tecnologías que tenemos a disposición hoy en día, como la nanotecnología (sensores y actuadores), el big data (datos) y el entorno cloud (procesamiento),  ofrece infinitas posibilidades de aplicación para las más diversas áreas del conocimiento humano. Y con ellas vendrán las oportunidades de resolver los distintos desafíos que surgirán con su implementación.

¿Estás preparado para este nuevo mundo?

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